DEMOCRACIA Y LIBERTAD

Los recientes acontecimientos en el Norte de África han hecho que volvamos a valorar la democracia, los tunecinos, los egipcios se merecen regímenes más justos, donde gobierne el pueblo y no un dictador o un presidente que manipula las leyes y los resultados en las elecciones para mantenerse en el poder. Quizá en el caso de Egipto el futuro, dada la fuerza política del partido Hermanos Musulmanes, sea desalentador, seguramente, la revolución que proclama la libertad resulte a la larga un recorte mayor de libertades. No obstante, esa será la decisión de los egipcios, porque al menos, si Mubarak dimite al final, se celebrarán unas elecciones libres y el pueblo que peleó en las calles de El Cairo, Alejandría y Suez elegirá lo que él crea más conveniente ante su situación particular.

Pero las consecuencias de esta revolución no tienen por qué remitirse al Norte de África y a países con una dictadura militar árabe-socialista. También nosotros, aunque nuestros problemas sean de distinta índole, deberíamos quejarnos. Pues a pesar de que tengamos democracia, el sistema de gobierno ha evolucionado a una especie de dictadura ante la escasez de opiniones políticas. Quizá en la papeleta en la que se vota haya miles de partidos que reflejen una variedad de opiniones. Esto no es más que apariencia, pues de todos los partidos políticos existentes solo conocemos las opiniones de dos, cuatro a lo sumo sin contar los principales partidos nacionalistas (CIU, PNV y Ezquerra). Dentro de los partidos que conocemos, a la vez, premia la improvisación y lo que hoy, aunque sea un agravio, llamamos política en vez de hipocresía.

Analizando aún más la situación podemos ver dos partidos principales uno socialdemócrata, y uno de derechas. Si intentásemos diferenciar las dos opciones diríamos que la izquierda es la defensora del obrero con unos ideales más progresistas al contrario que la derecha el partido defensor del liberalismo económico y más conservador. Así desarrollando esta idea diríamos que el partido liberal liberalizaría al máximo la economía y bajaría al mínimo los impuestos creando un mayor desarrollo económico bajo el coste de un aumento de las diferencias sociales. La izquierda al contrario, sería más proteccionista y controlaría a las empresas con unos impuestos que se destinarían a la sociedad para tender a la igualdad social a cambio de un menor crecimiento económico. Ahora bien, con la Revolución Conservadora estos papeles cambiaron y el socialismo en Europa adquirió una nueva ideología, la socialdemocracia. Explicado a nivel práctico, el socialismo que redistribuía la riqueza fue sustituido por el socialismo que daba gratuitamente y en secreto el dinero a los bancos que han causado la actual crisis para salvarlos de la hecatombe, que ellos mismo en un harakiri involuntario habían provocado. Así el próximo año nos veremos frente a dos partidos que salvaguardando distancias siguen siendo una misma opción política, quizá el PSOE sea un poco más progresista en ciertos términos, en otros, sus medidas, aunque se vendan como tales no dejan de ser prohibiciones.

Yo, ante esta elección conflictiva entre una rosa y una gaviota, veré que hay otras opciones, sin embargo estas opciones están fuera del conocimiento gracias a la inestimable ayuda de los medios. Por lo tanto romperé la papeleta y me iré, esto es democracia, no libertad.

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