EL NIRVANA

¿Crisis? ¿Quién se atreve a decir eso? ¿Qué crisis? Y es que en este país no existe la crisis, al menos no existe una crisis económica, porque la política y la social la llevamos viviendo desde tiempos de Felipe III.
Cuando éramos niños, nos divertíamos saltando en los charcos y en 2008 el gobierno se afanaba en negar la crisis, porque debido a las abundantes lluvias ese año, los niños seguían divirtiéndose saltando en los charcos.
Cuando crecimos y fuimos un año más viejos, nos iniciamos en el mundo de la botánica, nada ilegal, y no habíamos acabado de entrar en la crisis, para que las lluvias del año anterior hicieran que los niños volvieran a divertirse saltando en los charcos en los que con tanta humedad, habían empezado a surgir unos pequeños "brotes verdes".
Hoy día, esos brotes verdes han dado sus frutos y han colmatado los charcos en los que los niños saltaban antaño, para alegría de los viejos a los que salpicaban. Ahora, los viejos no se quejan y los niños no juiegan. ¿Qué crisis? Lan gente no hace nada y pasa, pasa de brotes verdes, charcos, niños que juegan y viejos que se quejan, la gente pasa. Solo basta ver los altos índices de abstención en las elecciones catalanas y al portavoz del PSC, tan tranquilo, anunciando los resultados y lamentandose de la derrota, la cual atribuyó a la crisis, incluso antes de iniciarse el recuento de los votos.
Señores, con los charcos colmatados y las pocas lluvias, los niños no saltan en los charcos, pero, para desgracia de los viejos, han encontrado otro juego en los montones de hojas secas que ha dejado el otoño. La gente, al verles jugar les mira con recelo, gente que debiera estar trabajando, pero que en su ausencia total y su ebriedad ya no sienten ni desean. ¿Crisis?¿Qué crisis? Señores, aquí no hay crisis, aquí la gente ha alcanzado el Nirvana.

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